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Sala Scala: más de 100 años de vida y una singular historia

Sala Scala: más de 100 años de vida y una singular historia

  • 24 de Octubre, 2016
  • Por David Gallardo

La sala Scala, a la que Rock Sin Subtítulos ha puesto en el mapa para el público español de Londres que recurrentemente se congrega allí, tanto para darlo todo con las multitudinarias Mega Spanish Parties, como para reencontrarse con los artistas patrios que actúan en la capital del Támesis, ha tenido muchas otras vidas en el pasado.

Y es que la historia de este mítico club londinense no es, ni mucho menos, precisamente corta. Tendríamos que retroceder más de cien años en el tiempo para situar los inicios de las obras de construcción del edificio, bajo las órdenes del arquitecto H. Courtney Constantine.

De base logística de la Primera Guerra Mundial, a contenedor cultural de cine, orquestas y espectáculos infantiles

Tan vetusto es el singular edificio, que las obras ya estaban en marcha cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914. Por eso, su peculiar primer uso estuvo relacionado con la construcción de piezas de aviones, al tiempo que servía como oficina de atención para los soldados. Por suerte, cuando acabaron los malditos años de cruenta batalla, el paisaje cambió y en 1920 abrió sus puertas el King Cross Cinema, nada menos que con un aforo de mil butacas.

En su auditorio eran habituales los recitales de grandes orquestas y a finales de la década de los veinte, bajo el control de Gaumont British Pictures, el local programó cantidad de espectáculos gratuitos para los niños en época navideña, lo que convirtió al King Cross Cinema en un lugar muy querido para toda aquella generación de infantes.

La sala Scala se convirtió en los 70 en un cine porno hasta transformarse en espacio para la música en vivo y acoger a bandas míticas de la época.

Fueron buenos años que se acabaron súbitamente con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), durante la que el edificio quedó seriamente dañado por los constantes bombardeos sobre Londres. Pero su ubicación, cerca de la céntrica estación de ferrocarril de King Cross, era y sigue siendo demasiado apetecible, por lo que en 1952 volvía el cine a su seno llamándose The Gaumont, nombre que en 1962 cambiaría de nuevo para pasar a The Odeon. Así se mantuvo proyectando grandes películas de éxito en otra época de boyante estabilidad.

Con la llegada de los alocados años setenta, se convirtió durante un breve tiempo en un cine porno antes de volver a la casilla de salida, recuperar la vieja 'marca' de King's Cross Cinema y volver a las películas para todas las edades. Fue en esa mutación en la que, sin dejar el celuloide, abrió por primera vez sus puertas a la música en vivo, acogiendo conciertos míticos de The Stooges (el primitivo grupo de Iggy Pop) y de Hawkind (la banda de Lemmy Kilmister antes de fundar Motörhead).

Con el auge de los conciertos, se clausuró el espacio y reabrió para convertirse en un museo de primates, hasta que recuperó años más tarde su actividad cinematográfica con un cine de verano.

Sin embargo, a estas alturas ya es fácil comprender que la historia del Scala no ha sido precisamente estable. Y es que una ley de 1974 terminó quitándole la licencia a los dueños para defender el descanso de los vecinos (¿nos suena esto?), por lo que la actividad en el local se detuvo de nuevo durante una temporada. En 1979 reabrió sus puertas pero... ¡convertido en un 'primatarium'!, esto es, en un museo centrado en monos, gorilas, macacos, titis... primates, vaya.

La idea del 'primatarium' era, desde luego, arriesgada, por lo que tampoco sorprende que dos años después terminara fracasando y propiciando el retorno de cine en el verano de 1981... y para celebrarlo se proyectó la película original de 'King Kong', estrenada en 1933. Llamémoslo humor inglés, justicia poética, irónica revancha o, simplemente, cruenta venganza. Pero convengamos que la jugada todavía hoy sigue provocando una inevitable sonrisa pícara y cierto sentimiento de paz al saber que las piezas volvieron a encajar.

The Scala Cinema fue el templo de los cinéfilos británicos que precedió a la sala Scala que hoy conocemos por su programación musical
Foto: Dusashenka

Fue ya entonces, durante los ochenta, cuando The Scala Cinema se convirtió en punto de encuentro esencial para los amantes del septimo arte en la capital británica. Pero no, este no es el último capítulo, pues en 1993 perdieron un pleito relacionado con derechos de autor contra el cineasta Stanley Kubrick por proyectar sin permiso su cinta 'La naranja mecánica'. ¿Y qué pasó entonces? Que las puertas se cerraron de nuevo para la cultura en el histórico edificio del número 275 Pentonville Road.

Transcurridos seis años, el renacer de Scala, esta vez como sala de conciertos, tuvo lugar en marzo de 1999 tras una radical transformación que añadió dos pisos adicionales al edificio. Desde entonces, mantiene su actividad en uno de los puntos neurálgicos de la vida artística, cultural y de ocio de la ciudad, con una programación constante de ocio nocturno, eventos, fiestas, sesiones de dj's y, por supuesto, conciertos de todo tipo y condición.

A la grandeza musical de esta sala con tanta historia han contribuido en los últimos años nombres tan ilustres como los de Foo Fighters, Coldplay, The Killers, Deftones, The Libertines, HIM, Sheryl Crow, Maroon 5, The Script, Avril Lavigne, Bastille... y también Amaral, Love Of Lesbian, Marea, Lori Meyers, Pereza, M Clan, Izal, Iván Ferreiro y tantos otros de la mano de Rock Sin Subtítulos. De cara al futuro, por ella pasarán aún más artistas españoles, como Nach, Quique González, Miss Caffeina o Kase.O entre muchos otros. Todos juntos, contribuirán a seguir escribiendo la historia de uno de los edificios más emblemáticos de Londres, que probablemente seguirá estando ahí durante muchos años más, cuando todos nosotros nos hayamos ido.

Foto cabecera: Cassstudio6

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