
De la Antártida hasta el fuego. Desakato incendia Londres
Crónica de Desakato en Londres – 25 octubre 2019 – Nambucca
Dice en su web la sala Nambucca que son “una de las mejores salas de conciertos del norte de Londres”. Para los melómanos habitantes de la zona es, sin duda, parada obligada para descubrir grandes promesas, sonidos nuevos y futuras estrellas del siempre bien engrasado pop-rock y punk británico. Además, está garantizado el plus de cercanía y autenticidad que destila un concierto en esta sala pequeña-mediana.
Esta noche, sin embargo, no hemos venido a Nambucca a descubrir a los próximos Libertines. Desakato son ya unos veteranos de los escenarios. Con quince años de carrera y cinco discos a sus espaldas (siete, si contamos el madrugador y auto editado “Agujero social” y también el EP “Antártida”), ya no sorprende verlos llenando Kafés Antzokias y Rivieras. Al contrario, lo atractivo es disfrutar su propuesta en este pequeño escenario: ¿Se les habrá olvidado ya lo que es tocar para un público tan cercano?
Ya no sorprende ver a Desakato llenando grandes aforos, y lo atractivo de la noche es disfrutar de su propuesta precisamente en un escenario pequeño.
Público que los saluda coreando el nombre del grupo; correspondido con puntualidad británica por parte de la banda. Una gélida brisa llega desde la “Antártida” con ese precioso fraseo de guitarra con que abre el EP homónimo. A partir de ahí, Pepo toma el control al tiempo que el público lo pierde completamente. Dos minutos de concierto y ya me han tirado una cerveza encima: ¡Un récord!
Entre las paredes de Nambucca, el post-hardcore (¿punk? ¿Hardcore a secas? ¿Asturcore?... ¿Y qué más da?) que factura Desakato surte el mismo efecto que el experimento de los Mentos y la Coca Cola: aquello va a reventar. No hay que esperar al final del segundo tema, ese maravilloso “Octubres rotos”, para que el desmadre ya se haya adueñado del personal.
No hay que esperar al final del segundo tema para que el desmadre ya se haya adueñado del personal.
Desde mi posición puedo ver claramente a una chica de no más de metro cincuenta en medio de un brutal pogo, midiéndose a gigantones de casi dos. El aparente salvajismo del pogo dancing no debe engañarnos: hay mucha camaradería entre los asistentes. Caras de felicidad, palmaditas en la espalda y risas cómplices acompañan a las bestiales descargas de adrenalina.
El aparente salvajismo del pogo dancing no debe engañarnos: hay mucha camaradería entre los asistentes.
Aunque suene a lugar común, siempre es reconfortante que los artistas valoren que la de hoy es una audiencia especial. Es Pablo quien se encarga de recordarnos que para ellos este no es un concierto como cualquier otro.
“¿¿¿Hay valientes esta noche aquííííí????” Grito de guerra y “Tiempo de cobardes” entra en tromba. Una de las letras más comprometidas de la banda. Definitivamente, guajes; éstos son malos tiempos para los héroes.
Desakato tiene una buena colección de estribillos redondos. El de “Animales hambrientos” es un buen ejemplo. Temazo que funciona como un cañón en directo y que hace temblar la olla a presión en que se ha convertido la sala.
No tienen Desakato temas “de relleno”. Ellos andan sobrados de melodía, garra y letras que sangran y confrontan la realidad.
Una larga suite de temas entrelazados nos acerca al final de la velada. Suenan “Cada vez”, “Carta de un paria”, “Cuando salga el sol”, entre otras. Me vuelvo a casa feliz y sudoroso. No tienen Desakato muchos bajones en su discografía. No tienen temas “de relleno”. Ellos andan sobrados de melodía, garra y letras que sangran y confrontan la realidad.
Y luego dicen que el rock estatal está en crisis…
Una crónica de Manuel Requejo del blog A head in the clouds.