Rabia, fiesta y protesta. Así resumen habitualmente su estilo La Raíz, uno de los últimos triunfos artísticos que ha dado ese género a menudo denostado por la crítica y tradicionalmente olvidado por los medios, tanto generalistas como especializados. Hablamos del mestizaje; un género capaz de reunir año tras año a decenas de miles de personas en muchos festivales y que goza de muy buena salud, en una escena saturada por el Indie.
A ellos, parece que, lejos de entorpecerles la etiqueta, la llevan con orgullo y con una naturalidad envidiable. Asumen que lo suyo fue siempre el lenguaje bastardo de aquellos que no tienen voz y atienden antes a lo que les dicta el cuerpo, el corazón e incluso el estómago, que al cerebro, en pro del mensaje comprometido de su propuesta.
Desde su debut, pero sobre todo a partir de la edición de “Guerra al silencio” (2009), su tercer largo, han ido creciendo y erigiéndose en una de las bandas más atípicas y populares del género. Atípicas por una formación de más de diez miembros, cuatro de ellos cantantes, que demanda grandes escenarios. Y populares gracias a unas letras que hilan poesía y protesta y convierten rabia en amor.
“Así en el cielo como en la selva”, su último largo, los encumbró definitivamente y ellos respondieron con actuaciones memorables en Viña Rock, Arenal Sound o el Pole Pole Fest de Bélgica y el Festival Mundial de Holanda. Una dieta de conciertos que la banda dosificó a lo largo de 2015 para concentrarse en la grabación de su siguiente disco, “Entre poetas y presos” (2016), trabajo que presentarán este año en Dublín, junto a Rock Sin Subtítulos™ como parte de su gira “La hoguera de los continentes” que les llevará a visitar numerosos países.
Una gira, en definitiva, llamada a situarlos entre los grupos más multitudinarios, celebrados e importantes del mestizaje español de la década.